El socialismo será una sociedad basada en la producción para el uso. ¿Pero qué significa esto? ¿Como podría trabajar esto y que papel desempeñaría la tecnología de la información en el socialismo?
Al describir la nueva sociedad por la que estamos trabajando, a nosotros los socialistas con frecuencia nos preguntan “¿Cómo funcionará eso?” Quienes preguntan suponen las más de las veces que sólo con un sistema de dinero y precios pueden “funcionar” las cosas; que las cosas sólo ocurren, sin ninguna necesidad de que ellos participen.
El sistema de mercado, de comprar y vender, bien puede “funcionar”, en el sentido de que continúa funcionando sin que la gente trate o no trate de controlar a dónde nos lleva. Después de todo, los políticos de hoy pareces estar cada vez más convencidos del poco control que tienen sobre el sistema que meramente administran. Sin embargo, esta inevitable falta de control consciente y social es justamente el problema. La nueva forma de organización social donde la producción se organiza solamente para el uso puede requerir de una participación más activa de la gente, pero esta es la única manera de echar a andar la sociedad en interés de la población entera. Así, al responder la pregunta de “¿Cómo funcionará?” los socialistas reconocen que en primer lugar está la necesidad de que la gran mayoría de la gente entienda y desee el socialismo.
La forma en que las cosas “funcionarán” en el socialismo será por medio de lo que llamamos “producción para el uso”. Esta característica que define al socialismo no es difícil de entender, pues no significa otra cosa que simplemente producir lo que es necesario, sin la necesidad de intercambio monetario, como en el capitalismo. Durante toda la historia humana ha habido siempre producción para el puro uso, comenzando con la recolección de alimentos y la hechura de herramientas en las sociedades de cazadores recolectores. En el capitalismo actual, hay muchos ejemplos que van desde las actividades de las organizaciones de voluntarios hasta el cuidado de la casa y la jardinería.
Producción para el uso
En el socialismo, la producción directamente para el uso será la regla. La producción socialista necesita esta organizada democráticamente: una dictadura que organizara la producción para el uso no sería socialismo. Al considerar la relación entre democracia y producción, la pregunta de “cómo funcionará” exige ampliar la respuesta. Al construir el socialismo, necesitamos considerar la forma en que las preferencias y las opiniones de la sociedad en su conjunto se reflejarán en las elecciones que se tomen sobre la producción de mercancías y servicios.
Vienen a la mente tres preguntas específicas. Primera: lo relativo al cálculo económico; segunda: la escala geográfica de la toma de decisiones y, tercera: los incentivos dentro de una sociedad socialista. Estas son las preguntas donde el papel de la tecnología de la información (TI) en el socialismo puede ser de lo más importante en las respuestas que den los socialistas.
La primera pregunta, relativa al cálculo económico, la plantean los defensores del libre mercado. Se dice que el mercado es un mecanismo descentralizado para calcular la demanda a fin de lograr el nivel correcto de abasto, tal y como se expresa en el gasto monetario. Ciertamente este razonamiento tiene fallas: el dinero no está distribuido igualitariamente, el mercando no es un sistema elegantemente descentralizado y no consigue la eficiencia que proclaman los libros de texto. Con todo, es necesario mostrar como se abordarían los cálculos sobre la oferta y la demanda a falta del sistema de mercado.
Sería necesario calcular la cantidad de insumos que serían necesarios para alcanzar cierto nivel de producción. Esta clase de cálculo de insumos-consumo tendría que ocurrir en escalas geográficas diferentes: desde las formas “locales” de cálculo hasta las regionales y aun las globales. Esto nos conecta con segunda pregunta sobre la extensión de la toma de decisiones localizadas en contraste con centralizadas dentro del socialismo
Examinando las formas locales de organización, las unidades individuales de producción en el capitalismo (fábricas, oficinas, etc.) ya tienen sistemas de TI para calcular los recursos necesarios para la producción, así como sistemas de control de existencias para administrar las ofertas de recursos. Además de las partes interesadas con la contabilidad monetaria, estos sistemas podrían ser de utilidad para la sociedad socialista que los herede.
Sea como sea, la contabilidad monetaria no ayuda con los cálculos insumos-consumo que en realidad se necesitan para planear la producción. Estos cálculos se hacen en función de cantidades (ya sea kilogramos, litros, watts u otras unidades de medida). A menudo lo son, incluso dentro del capitalismo. De hecho, en 1973 se le concedió el premio Nobel al economista Wassily Leontief por formular un método para el análisis de insumos-producto que podría emplear tales mediciones cuantitativas.
Al igual que utilizar los sistemas de TI existentes, harían falta muchos procedimientos innovadores en la organización local de la producción. Por ejemplo, las operaciones de los muchos tipos diferentes de actividad productiva podrían hacerse más abiertos y confiables mediante la mejora de la información al público. La toma de decisiones y la contratación de personal con ciertas destrezas son otras áreas donde la TI podría mejorar la organización de la producción para el uso.
Al pasar a las escalas regional y global, suele decirse que en la sociedad moderna la producción es demasiado compleja para ser objeto de cálculo. Sin embargo, aun retrocediendo a los años sesenta, en que la tecnología de las computadoras estaba en sus primeras etapas, los teóricos de orientación “socialista” ya citaban el uso potencial de las computadoras para el cálculo de insumos-producción en gran escala. La potencia actual de las computadoras significa que los cálculos necesarios incluso para millones de productos se pueden hacer en cuestión de minutos. Por cierto que la escala computacional de tales cálculos es pequeña comparada con otros usos que se les da a las modernas “supercomputadoras”, como la predicción del tiempo (véase Hacia un nuevo socialismo, de W. Paul Cockshott y Allin Cottrell, Spokesman Books, 1993).
La toma de decisiones democráticas
El procesamiento matemático en gran escala tal vez ya no sea el problema que antes fue. Sin embargo, en una sociedad socialista aún se enfrentaría la cuestión de cómo democratizar óptimamente la producción. Podría recurrirse a la TI para que diera acceso universal a fuentes de información sobre las diferentes elecciones que se presentan al planear la producción. Es importante notar que el almacenamiento central de información no significa necesariamente que la toma de decisiones deba centralizarse también. La amplia disponibilidad de la información facilitaría en sí la democracia misma que, según los socialistas, es necesaria para impedir la centralización del poder.
El asunto de qué tan lejos será posible localizar la producción y la toma de decisiones seguirá siendo materia de debate antes y después de la revolución socialista. La organización local parece ser, ciertamente, adecuada para muchas clases de producción, algunas de las cuales no será necesario centralizar mucho o ni siquiera la información empleada en su planeación. Otros problemas requerirán de decisiones en escala geográfica muy grande: algunos aspectos de la administración ambiental, por ejemplo. La discusión de estos problemas se beneficiará del polifacetismo de los sistemas de TI, lo cual quiere decir que la toma de decisiones puede ocurrir a la escala más conveniente, sea local, regional o global.
La tercera pregunta, la relativa a los incentivos, consiste en expresar la duda sobre qué podría motivar a la gente en el socialismo para lograr innovaciones. La respuesta principal reside en el conjunto completamente nuevo de prioridades y motivaciones en las cuales el pueblo reconocería la necesidad urgente de alcanzar ciertas clases de desarrollo (por ejemplo, hacer viables fuentes de energía renovable y otras formas de producción ecológicamente sostenibles). La TI, al promover la colaboración y que se comparta el conocimiento, sería importante en fomentar la innovación, así como ha sido bajo el capitalismo. Un ejemplo de que los socialistas han notado es el movimiento a favor de “programas (software) de fuente abierta”, en que personas separadas geográficamente han colaborado por medio de Internet para desarrollar la plataforma de computación Linux. Su trabajo, en la vanguardia misma de la industria de la TI, se ha organizado de modo voluntario, tratando activamente de evitar el mercado en lugar de utilizarlo.
Un sistema de producción sólo para el uso tendría un conjunto de prioridades completamente nuevo y los incentivos para desarrollarse en estas áreas surgiría de fuentes por entero diferentes, como la dinámica de la co-operación, la democracia y el disfrute de amplias libertades para concentrarse en aquellas áreas de la producción que, como se reconoce ampliamente, son las de mayor beneficio.
El rápido desarrollo de la tecnología de las computadoras ofrece una clase de respuesta a los argumentos pro-mercado, concernientes al cálculo, la toma de decisiones y los incentivos. Proveer información será parte esencial de la estructura democrática del socialismo y la tarea de diseñar los sistemas que mejor sirvan para construirla y administrarla será uno de los mayores retos que enfrentará la sociedad socialista.
El uso de los sistemas de TI en el socialismo puede no ser siempre el aspecto de la nueva sociedad que mejor capture la imaginación. Hasta habrá quienes teman que tal tecnología conduzca a un escenario en que las computadoras empiecen a controlarnos, y no nosotros a ellas. Estos temores pueden impedir que se valore el potencial de la TI para facilitar en vez de dictar la organización social, en cuanto sea aplicada a trabajar por los intereses del todo social. En la TI pueden encontrarse los elementos para construir nuevas formas de organización que sobrepasen a todo cuanto haya existido a la sombra del capitalismo