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Lenin, teórico del Nacionalismo

La mismísima noción de Lenin, de que “el imperialismo es la etapa más alta del capitalismo”, supone que una nación explota a otra, requiriendo así para la nación sometida, un movimiento de “liberación nacional” que llevaría a las clases trabajadoras de dos distintos países al juego de masacrarse mutuamente.
Sabemos que, históricamente, salvo que una clase en particular monopolice los medios de producción y distribución, y obligue al resto del pueblo a vender su fuerza de trabajo, la producción capitalista no es posible.
 
La propiedad privada es monopólica. En combinación con la división del trabajo, es la base de la producción de mercancías, así como del intercambio, del dinero, del mercado, etc. Pero,  para Lenin, “monopolio” no era este monopolio de clase, sino la mera concentración y centralización del capital. De acuerdo a Marx, la existencia misma de la sociedad capitalista involucra tanto monopolio (en este sentido) como competencia, lo que invalida la suposición de Lenin de que un monopolio tal es sólo un aspecto del “imperialismo”.
 
“En la vida económica del presente, encontramos no sólo competencia y monopolio, sino además su síntesis, la cual no es una fórmula, sino un movimiento. El monopolio produce competencia; la competencia, monopolio”. (Carta a Annekov, 28 de diciembre de 1846)  La naturaleza básica del capital permanece siempre idéntica, tanto en forma desarrollada como en forma no desarrollada –producción para el beneficio (por ejemplo, la porción de trabajo no pagada).
 
El aspecto definitorio de la producción capitalista es que se basa en el trabajo asalariado. El salario presupone al capital, y viceversa. También aquí, Lenin falló en comprender por qué distintos niveles de salarios prevalecen en diferentes países. Según él, los salarios son más altos en los países imperialistas, ya que allí los capitalistas sobornan a los trabajadores, a partir de los superbeneficios que reciben de la explotación de los países subyugados.
Marx tenía una explicación bastante distinta respecto de por qué los salarios eran más altos en esos países. Tanto la productividad como la tasa de explotación (la proporción entre trabajo pagado y no pagado) eran mayores allí:
“Cuando más productivo es un país en relación a otro, en el mercado mundial, más altos serán los salarios comparados con los del otro. En Inglaterra, no sólo los salarios nominales sino (además) los salarios reales son más elevados que en el continente. El trabajador come más carne, satisface más necesidades. Esto, sin embargo, se aplica sólo al trabajador industrial, y no al trabajador agrícola. Pero, en proporción a la productividad de los trabajadores ingleses, sus salarios no son más altos (que los salarios pagados en otros países).” (Teoría de la plusvalía, parte 2, páginas 16-17.)
Un nivel bajo de salarios no hace a un país menos capitalista que otro: “Los distintos estados de los diferentes paises civilizados, a pesar de la heterogénea diversidad de formas, tienen todos esto en común, están basados en la sociedad burguesa moderna, sólo más o menos capitalistamente desarrollada.” (Crítica al Programa de Gotha, 1875.)
Para ser capitalista, un país no precisa ser tan industrial y comercialmente desarrollado como los Estados Unidos, Gran Bretaña o Alemania. Ni es necesario que todos y cada uno de los distritos de cada país capitalista deba ser tan desarrollado como el Ruhr en Alemania, o Sheffield y Birmingham en Inglaterra.
 
El requerimiento básico es que el sistema productivo del país esté dirigido de un modo capitalista (por ejemplo, basado en empleadores y empleados). Un país puede estar altamente industrializado, o desarrollado en su agricultura, o ser el proveedor principal de materia prima para la industria, o lo que sea. Esto sucede debido a la división del trabajo entre los distintos países capitalistas. De modo que una “nación” no puede explotar a otra “nación”. Los trabajadores son en todo el mundo explotados por la clase capitalista mundial.
 
Lo absurdo de la teoría leninista puede probarse por un vivo ejemplo sobre la vida de un trabajador en nuestro subcontinente indio. Supongamos que tiene 70 años, y es en la actualidad, ciudadano de la autodenominada Bangladesh independiente. Fue súbdito de Pakistan, y anteriormente del Imperio Británico. Según la teoría de Lenin, fue sojuzgado por los “Imperialistas Británicos” hasta 1947, y luego por los “Imperialistas Pakistaníes” hasta 1972. ¿En la actualidad por quién? Y con todo, a lo largo de todos esos años siguió siendo un esclavo asalariado, no libre, aunque sus amos y su nacionalidad hayan cambiado. ¡Qué propuesta ridícula es la teoría de Lenin!
La teoría de Lenin sobre el imperialismo falla en captar la naturaleza mundial de la sociedad capitalista, enfrentando la clase trabajadora de los países subdesarrollados a la de los países desarrollados. Lleva a mantener el interés nacional en contra del interés de clase, lo cual va en detrimento de la clase trabajadora mundial y su emancipación.
Es ahora absolutamente claro que, así como el capitalismo es un fenómeno universal y cosmopolita, también lo es la clase trabajadora. La clase trabajadora no puede emanciparse nacionalmente.
Marx, en su discurso inaugural en la Asociación Internacional de Trabajadores, en 1864, denunciaba “una política exterior en pos de planes criminales, explotando los prejuicios nacionales, derrochando en guerras piratas, la sangre y la riqueza del pueblo”. Pero esto es precisamente lo que Lenin y sus herederos practicaron en la URSS, Europa Oriental, China, Cuba, etc, desde 1917 en adelante. Numerosos tratados secretos y no secretos, guerras y proclamas, realizadas por los autodenominados países socialistas, testifican esto.
Que “la emancipación del trabajo no es una cuestión local ni nacional, sino un problema social, que abarca a todos los países en los cuales existe una sociedad moderna, dependiendo para su solución, del acuerdo, práctico y teórico, de los países más avanzados” (Reglas de la AIT) debieran ser el principio que guíe a la clase trabajadora del mundo.

(Socialist Standard, mayo de 1998