¿A FAVOR DE PALESTINA O EN CONTRADE LA GUERRA?

Todos los fines de semana han habido protestas y manifestaciones por lo que está
sucediendo con la población de Gaza. Se corta el agua, la electricidad y el combustible.
Hospitales, escuelas y edificios residenciales son bombardeados. Cientos de personas
mueren cada día y muchas más resultan heridas. Más de un millón de personas han sido
desplazadas.


Naturalmente, la gente se horroriza por lo que ve en sus pantallas de televisión y, con la
misma naturalidad, quiere que se detenga. Nosotros también. A pesar de esto, la
mayoría de los políticos solo irán tan lejos como para pedir una “pausa humanitaria”,
después de la cual el asedio, los bombardeos, los asesinatos y la destrucción pueden
continuar como antes.

Algunos de los manifestantes están abiertamente a favor de Hamas y corean “del río al
mar”. Tal vez algunos lo están haciendo como un acto de desafío, ya que el gobierno y
los medios de comunicación han pedido a la policía que lo prohíba. Pero, ¿se dan
cuenta de las implicaciones de lo que, literalmente, piden: un Estado islámico en toda
Palestina, incluido lo que ahora es Israel? ¿Cómo podría lograrse eso sin más masacres y
miseria, aunque solo sea porque el 40 por ciento de los que viven allí no son
musulmanes, sino judíos y cristianos que probablemente se resistan? En cualquier caso,
no refleja el sentimiento de “detengan los asesinatos” de la mayoría de la gente e
incluso de la mayoría de los manifestantes.

Otros piden una “Palestina libre”, con lo que se refieren a un Estado independiente, ya
sea junto a Israel o incorporándolo. Ello podría reducir la opresión añadida que sufre
ahora la población de Cisjordania y Gaza, pero no resolvería el problema básico al que
se enfrentan los trabajadores de la zona, de verse excluidos de los medios de vida y
obligados por necesidad económica a trabajar para quienes los poseen, con la
condición de que les produzcan beneficios. El nacionalismo no es la solución; de hecho,
ya sea judío o palestino, es parte del problema.

Las protestas son inobjetables como una simple protesta por los horrores de la guerra y
un simple grito de que el sufrimiento causado por una guerra en curso debe detenerse,
por ingenuo que sea. Dado el capitalismo y el choque de intereses entre unos pocos
que se benefician de las ganancias que se construye en él, ningún bando en una guerra
va a detenerse solo porque personas inocentes están siendo asesinadas, heridas,
desplazadas o de otra manera “daños colaterales”. Los Estados libran guerras para ganar
y siempre harán lo que sea necesario para lograrlo, a pesar de los Convenios de Ginebra
y del llamado derecho internacional humanitario.

Como socialistas, nos oponemos no sólo a las guerras, sino a todas las guerras, y no
sólo a todas las guerras, sino al sistema que las engendra: el sistema capitalista mundial
de competencia por las ganancias entre los grupos capitalistas rivales y los estados que
los protegen, lo que los lleva a entrar en conflicto por las fuentes de materias primas, las
rutas comerciales, los mercados y las salidas de inversión. En la guerra actual, la mayor
cuestión es quién controla los yacimientos petrolíferos en el Golfo Pérsico y la ruta
comercial para salir de él, con Israel siendo apoyado por Occidente para contrarrestar la
amenaza allí de Irán e Irán promoviendo el islamismo militante para socavar a Israel.

La solución en Palestina no es establecer un Estado palestino ni demoler el Estado de
Israel. No se trata de una solución de un Estado o de dos Estados, ni de ningún tipo de
reordenamiento de las fronteras y las zonas de control político. Eso seguiría dejando el
sistema económico subyacente igual. Es un sistema mundial, sin fronteras, donde los
recursos de la Tierra se habrán convertido en patrimonio común de toda la humanidad y
se utilizarán para producir lo que la gente necesita en lugar de obtener ganancias para
los pocos que actualmente los poseen y controlan. Ese es el único camino hacia una paz
duradera no solo en Palestina sino en todo el mundo.
ADAM BUICK