Con frecuencia se nos pregunta cómo respondería el Socialismo a ciertas situaciones que pudieran surgir en dicha sociedad. ¿Qué pasaría con la conducta anti-social o con las personas que se nieguen a trabajar? ¿Cómo distribuiríamos los recursos verdaderamente escasos? Y muchas más.
Puesto que nuestra definición de socialismo es tan diferente a la usada por algunos adversarios y otros que también profesan ser socialistas, necesitamos un vuelco grande de imaginación para dilucidar qué implicaría. El socialismo no tendrá que ver con salarios y distribución equitativos, el control estatal o un gobierno mundial. Como tampoco su sistema democrático involucrará la coerción física, aunque en las relaciones sociales quizás sea necesaria, ocasionalmente, cierta forma de persuasión moral o emocional, de naturaleza anti-jerárquica.
Los socialistas sabemos cómo dar respuesta a inquietudes generales como, por ejemplo, cómo se llevaría a cabo la producción y distribución de bienes. (Se le recomienda a los lectores leer el panfleto El Socialismo como una alternativa práctica” para obtener un bosquejo de estas ideas) Pero muchas veces nos llegan preguntas sobre situaciones singulares o difíciles que pudieran surgir. Por supuesto, no siempre podemos darles respuestas claras, y tampoco es responsabilidad nuestra hacerlo. La gente en dicha sociedad tendrá que darle solución a esas situaciones usando las instituciones y mecanismos entonces existentes (incluyendo los planes de emergencias y contingencias) o introduciendo nuevos planes para resolver problemas cuando estos surjan o cuando puedan ser anticipados.
Detrás de estas preguntas yace la creencia de que los miembros del Partido Socialista y sus partes afiliadas, o sus sucesores cuando se introduzca el socialismo mundial (y tiene que ser a nivel mundial, pues estaría substituyendo al sistema capitalista mundial) tendrán (o afirmarán tener) una especie de sabiduría colectiva a la que pueden apelar para resolver cualquier tipo de situación, y si no lo hacen, todo se desmoronaría como un castillo de naipes. Esto no es así. En nuestra opinión, el socialismo podrá establecerse no sólo cuando una mayoría lo comprenda y lo desee, sino también cuando hayan existido profundos debates previos entre los miembros de la clase obrera -quienes son al fin y al cabo los que hacen funcionar al mundo en la actualidad-, sobre cómo debe ser administrado y organizado.
Los socialistas hace mucho tiempo llegaron a la conclusión de que el capitalismo no puede funcionar en beneficio de la mayoritaria clase obrera. Esa mayoría, como dijimos anteriormente, hoy en día hace funcionar a la sociedad de pies a cabeza, pero no para su propio beneficio, y lo hace bajo condiciones artificialmente difíciles, peligrosas e innecesariamente complejas. El socialismo implicará que esas mismas personas dirijan el mundo para servir a sus propios intereses, en un ambiente benigno y mucho más simplificado. Si estáis de acuerdo con todo lo anterior, entonces os incumbe hacer un esfuerzo para hacerlo realidad.
¿Qué propondríais?
Quizás ya sea hora de que los socialistas empiecen a formular las preguntas. Al fin y al cabo, existen muchos como vosotros -gentes con el conocimiento científico, la habilidad técnica y la capacidad organizativa relevantes- que sois capaces de ofrecer sugerencias sobre cómo podremos resolver los problemas que inevitablemente surgirán. Por ejemplo, cómo establecer una unidad de producción, o una empresa, firma, o tarea -o como queráis llamarle – para resolver una necesidad en particular. En el capitalismo se acude a los contadores para hacer un cálculo de costo, que incluye cuántos salarios implicaría, cuál es la demanda efectiva del producto (es decir, si se puede pagar), cuánta materia prima se necesita, etc., y si esos cálculos predicen una ganancia, entonces, de acuerdo con las restricciones locales, se procede con el trabajo. En el socialismo será bien diferente.
La necesidad de una producción específica tendrá que ser decidida por las personas designadas para ello. ¿Existe suficiente demanda? (Demanda verdadera, no “¿Tenemos dinero para pagarlo?”) Esto podría llevarse a cabo por medio de algún tipo de estudio del consumidor, en lugar de un estudio de mercado. ¿Cuánta materia prima -en cantidad, no costo – hará falta? ¿Cuánta fuerza laboral hará falta para trabajar con la materia prima o para construir una fábrica? ¿Qué será dañino para el medio ambiente? Si se hace evidente que la cantidad de recursos que se necesitan es mucho mayor que los beneficios generales inmediatos, se podría decidir abandonar el proyecto a menos que exista una razón poderosa (tal como la salud, la seguridad, u otro tipo de consideración a largo plazo) que dicte lo contrario.
Nadie puede asegurar que no se tomarán decisiones equivocadas -eso sería muy tonto – pero podemos estar seguros de que cualquier error que se cometa no se hará para obtener ganancias.
Necesitamos vuestra ayuda, no sólo para aumentar nuestra membresía, aunque lo agradeceríamos, sino también para desarrollar y expandir ideas sobre cómo organizar la nueva sociedad. Si el socialismo tiene que esperar hasta que todos tengan sus preguntas respondidas en detalle, entonces nunca lo lograremos. Este es el momento de acelerar ese proceso con vuestra participación en el trabajo técnico y teórico que se necesita hacer.
Dar solución a las conductas antisociales que pudieran ocurrir tendría una dimensión totalmente diferente a la de hoy en día. En primer lugar, los delitos contra la propiedad habrán desaparecido. Entonces, ¿qué nos quedaría? El crimen doméstico y la conducta irracional. El primero generalmente resulta de personas que viven en condiciones intolerables de las que, por razones económicas, no pueden escapar. El segundo resulta de varios padecimientos mentales, y se puede pensar que serían tratadas en ese contexto – es decir, como un problema médico. Quizás quede un pequeño grupo de conductas antisociales -en su mayoría restos del capitalismo- que no podríamos resolver, que nos causarían un problema concreto. Seguramente, eso sería mejor que el mundo incierto en que vivimos, con los millones de gente que mueren en conflictos y de enfermedad y hambre.